Un profesor explosivo
Si tuviera que hablar de buenos profesores a lo largo de toda mi formación académica hasta el momento, me saldría (por suerte) una lista bastante larga, pero es cierto que hay uno en concreto que me marcó.
Creo que Pablo llegó al cole
cuando yo estaba en 1º de Bachillerato. De las primeras cosas que me vienen a
la mente es la duda existencial que generó en mi clase, al poco de conocerle, cuando
nos preguntó si los virus eran considerados o no seres vivos.
Os hago un destripe: no, no se considera
que estén vivos porque para replicarse necesitan infectar células y usar la “maquinaria”
de éstas para poder hacer copias de sí mismos. Esto en la cabeza de un
adolescente era, cuanto menos, una locura: “entonces si no se considera que estén
vivos, ni muertos… ¿qué están? ¿De parranda?” 💣💥
Pablo aderezaba sus clases (y
seguro que lo sigue haciendo) con un toque de humor, y eso quizá sea una de
las claves para mantener a los alumnos atentos. Hacía los exámenes más
dinámicos que había tenido hasta la fecha, mezclando preguntas de desarrollo
con otras de tipo test, y casi siempre, junto a la nota, te ponía un comentario:
“¡sigue así, que vas muy bien!”, “a la próxima seguro que lo consigues, ¡ánimo!”
Y es que tener profesores así, es muy motivador.
Por supuesto también influyó que la
Biología siempre me ha gustado mucho, pero es que con él todo cambió, y muchas
cosas dejaron de ser meramente teóricas para convertirse en realidad.
Un día nos trajo una concha a la
que echó unas gotitas de ácido clorhídrico. Verla deshacerse mientras burbujeaba
fue sorprendente (desprendía dióxido de carbono y agua en una característica
reacción efervescente). Otro día, nos hizo llorar en clase mientras pelábamos
una cebolla para poder observar las células de su epidermis al microscopio 🔬 y
otro, hizo saltar una botella de plástico por los aires en el patio del colegio.
En definitiva, fue un profesor inolvidable que marcó un antes y un después en mi etapa de Bachillerato y, con el que, a día de hoy, mantengo el contacto. Ojalá llegue a ser, en el futuro, la mitad de buena profesora que él.
Qué importantes son este tipo de profesores ♥
ResponderEliminar¡Totalmente! Con profes así, da gusto ir a clase 🤩
EliminarMe acuerdo de la práctica de ver las células de la cebolla, que recuerdos. Molaba mucho ver los fenómenos de la plasmólisis y la turgencia. ¡Por más profes como Pablo! :)
ResponderEliminar¡Totalmente! Tenemos que hacer estas cosas en el futuro, es una buena forma de captar la atención de los alumnos y, por supuesto, de que aprendan. 😋🧪
Eliminar¡Qué guay tener profesores así, que son referentes! Seguro que con cómo cuentas siempre las cosas tus futuros alumnos también hablarán con entusiasmo de las clases.
ResponderEliminarSería increíble, ¡ojalá! Ser profe es una carrera de fondo en la que se puede ir mejorando con el tiempo y aprender cosas y métodos de otros colegas para hacer las clases lo más amenas posible 😄
EliminarMe encantan este tipo de historias. Nos recuerdan lo importante que puede ser la figura de un profesor para despertar nuestra curiosidad o marcarnos para toda la vida.
ResponderEliminar¡Claro que sí! Ojalá seamos protagonistas de historias como esta en el futuro y los alumnos guarden buenos recuerdos de nosotros 😊
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